sábado, 26 de abril de 2008

¿Habrá sido un angel?


Disculpas y más disculpas a aquellos y aquellas que me leen; como todos he estado muy ocupado y no he tenido mucho tiempo.

Pero ya no puedo dejar pasar más tiempo sin escribir, pero me pongo a pensar: ¿Qué escribo?... mmm… ya sé.
Les contaré una historia, más que una historia algo que me pasó a mí y que debe ser una de las cosas mas hermosas que me ha pasado en la vida.


Me subí al bus, pagué el pasaje y fui como siempre a sentarme al final de la micro. Ahí en los últimos asientos había dos mujeres sentadas. Una de ellas escribía sobre un papel y se lo daba a la otra. No le dí mayor importancia a esto y me senté al otro rincón del bus.

Un par de minutos después volví a mirar a las mujeres y seguían con el papel y el lápiz; no se decían una sola palabra. Yo las seguía mirando de reojo.

De pronto una de las mujeres se paró de su asiento, se dirigió hacia mí y me entrego una tarjeta con un calendario. Lo mismo hizo con el resto de los pasajeros. La tarjeta decía lo siguiente:

“Hola, soy sordo-muda. Me disculpas…Estas tarjetas son para ayudar a mi familia.
Valor: su voluntad.
Dios te bendiga.”
Al reverso de la tarjeta aparecía cada letra del alfabeto representada por señas con la mano.
No lo pensé ni siquiera una vez. Saqué algunas monedas que andaba trayendo y se las dí acompañadas de una leve sonrisa que ella agradeció.
Se volvió a sentar en su asiento y después de algunos minutos la otra mujer al parecer le escribió en el papel que debía bajarse. La mujer sordo-muda se despidió de ella muy afectuosamente como dándole las gracias por haber hablado con ella.
La mujer sordo-muda quedó sentada sola y yo al otro rincón de la micro la miraba de reojo.
Con el paso de los segundos comencé a sentirme extraño. Sentía deseos de ir y sentarme con ella a hablar. Pero la timidez me vencía (debo admitir que para este tipo de cosas soy bastante tímido).
Hasta que me decidí ir. Tuve la mala suerte de que cuando iba a sentarme con ella se sentó una señora entre nosotros. Solo quería que esa señora se bajara de la micro.
Hasta que se bajó. Pero la mala suerte seguía y otra señora se sentó entre nosotros.
Ya me había resignado a hablar con ella.
No sé que pasó pero me llené de valor y me importó poco la señora que estaba entre nosotros. Me paré, le pedí permiso y me senté al lado de la mujer sordo-muda.
La mujer me miró extrañada. Yo no sabía que decirle ni como decirle.
Tomé la tarjeta con el abecedario y comencé con mis manos a decir cosas simples. Pudo decirme que se llamaba Susana. Yo Alejandro - le dije.

Y así estuvimos todo el camino, hablando cosas simples. Muchas cosas no le entendía. Pero en fin…que importaba. Mientras hablaba la veía feliz. Su sonrisa me transmitía algo. Me transmitía alegría. Me sentía lleno por dentro. Si hubiese podido me hubiese quedado todo el día hablando con ella.

Ya debía bajarme. Con mis manos le dije: “gusto en conocerte” .Ella me entendió y me dio las gracias.

Me despedí de ella con una sonrisa y una felicidad por dentro que pocas veces la había sentido. Fue una felicidad diferente a la tengo cuando ganó partidos de fútbol o a la felicidad que tenemos cuando vemos a alguien que no lo hemos visto hace mucho tiempo. No sabría explicar en su totalidad lo que sentía.
Me bajé de la micro y por la ventana ella se despidió de mí con una sonrisa. Alcé mi mano, me despedí y el bus partió.

¿Habrá sido un ángel? …no se.
Aquella mujer me alegró el día y la vida como nadie.
Guardo aquella tarjeta con el abecedario y el recuerdo de aquella mujer.
No me olvidaré nunca de ella.

¿Habrá sido un ángel? …


Disculpas por la demora de mi escrito. Disculpas a todos, en especial a mi mente amiga.
Echo de menos tus escritos.

sábado, 12 de abril de 2008

La niña que quería botar la luna de una patada


Una niña llamada Gabriela gustaba de jugar todo el día con sus amigas y sus juguetes hasta que la noche cayera y su mamá le dijera que ya era hora de dormir.

Gabriela entonces emprendía rumbo a su cama, dormía y como siempre tenía felices sueños.

Un día en que la luna ya se asomaba por el cielo y comenzaban a descender las estrellas diciéndole a Gabriela que debía ir a la cama; ella muy desobediente le dijo a su mamá que no quería dormir, en vez de eso deseaba jugar y jugar hasta que las horas le pesaran en sus hermosos ojos.

Gabriela enojada y llorando entró en su cuarto, posteriormente a su cama y comenzó a pelear con la luna, como si esta realmente tuviese vida. Deseosa de que amaneciera luego para poder jugar, lo único que ansiaba era poder botar la luna de una patada.

Entre rabiosos pensamientos finalmente Gabriela logró conciliar el sueño.

En su inocente sueño que de pronto comenzó a verse perturbado por extrañas cosas Gabriela notaba que estaba soñando pero no lograba despertar.

Gabriela vió como la luna desde kilómetros y kilómetros de distancia comenzaba a acercarse a ella .Las estrellas descendían como cae la lluvia en invierno; Y la luna con una mirada triste se preguntaba porque Gabriela estaba enojada con ella. El sol también descendía y la niña se cubría con sus pequeñas manos su rostro.

-Sol: ¿Por qué te enojas con la luna?. Cuando ves caer la noche y aparece la luna es porque yo necesito dormir y descansar para que al amanecer yo este ahí dándote luz para que puedas jugar.

Gabriela con las manos en su cara trataba casi inútilmente poder protegerse del sol.

Con una mirada triste la niña no decía una sola palabra, solo escuchaba y miraba al sol como podía y de reojo miraba a la luna con algo de remordimiento.

Con aquella mirada triste Gabriela despertó de su sueño.

Al amanecer y con la conciencia algo triste, como era de costumbre Gabriela salió y jugó con sus amigas y sus juguetes todo el día. Cuando por fin la luna empezó de a poco a asomarse, la pequeña saludó muy cordialmente a la luna y a las estrellas y sin que nadie le dijera nada emprendió rumbo a su cama.

Esa noche Gabriela como siempre, volvió a tener felices sueños.

Todo fue idea de mi mente amiga Close secrets. ¿Te gustó?.

Gracias por todo

sábado, 5 de abril de 2008

Indecisión crónica


Mi cabeza parece pelota de futbol; de acá para allá; de allá para acá.
Llevo dos meses con un problema que se llama indecisión crónica.
...Es que no tengo idea lo que quiero hacer.
Y ahora me doy cuenta de lo mucho que predico y lo poco que lo practico.
Con que cara doy ayuda. No se.

Y le tengo miedo al futuro, al resto de mis dias.
No quiero encontrarme en un año más sin saber que debo hacer.

Lo unico que tengo claro es la frase de Facundo Cabral : El que trabaja en lo que no ama, por mucho que lo haga, va ser siempre un desempleado.

¿Que será lo que realmente amo?